Publicado 06.07.2009
Mundo Judío
Vivir en el extremo del mundo judío puede ser difícil
Judíos orgullosos en Kazajstán
Las pequeñas comunidades labran su existencia en un servicio religioso el viernes por la noche o un club de amigos judíos. Sin educación, sinagogas, alimentos kosher o una conexión con las grandes civilizaciones judías en Israel y los EE.UU., hay poco futuro en estas poblaciones con un extenso pasado.
En ese sombrío contexto, se trata de una experiencia muy interesante la dedicación de la gente que frecuenta una nueva sinagoga y habla del "renacimiento" de la vida comunitaria judía en el gran país de Asia Central.
Construida en Kostanai, una capital de provincia con 223.600 personas en el norte del país, la nueva sinagoga y centro comunitario son obra del judío millonario, Alexander Mashkevich, magnate en el campo de los minerales y presidente del Congreso Judío de Euro-Asia.
"Creo que una fuerte diáspora es importante", dijo Mashkevich, agregando "un Israel fuerte y una fuerte diáspora es una combinación perfecta para el pueblo judío. Cada uno es más fuerte porque tiene el otro".
Las cifras de población de las comunidades judías remanente a menudo son el producto de una ilusión en lugar de un registro estadístico.
Las estimaciones para Kazajstán están en el rango de 10.000 a 40.000 judíos. Sin embargo, a la ceremonia celebrada en la sinagoga de Astana, a la que asistió el presidente, Shimon Peres, o a la ceremonia en Kostanai, a la que asistieron el ministro, Yaacov Margi, y el Gran Rabino, Yona Metzger, no asistieron más de 80 judíos.
En Kostanai, que ya alberga una mezquita, dos iglesias ortodoxas y una iglesia católica, la sinagoga servirá a la comunidad judía a evitar su extinción por la emigración forzada y el ateísmo fomentado durante la ex Unión Soviética.
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