miércoles, diciembre 07, 2011
Calcetines
Existe un lugar donde los niños creen en todos los cuentos, y el primer cuento que escucharon, lo creyeron tres niños que en ese lugar vivían.
Estos niños eran hermanos y oyeron que el mismo día de cada año, debían dejar un calcetín colgado de la chimenea para que por la noche bajara por ella un hombre gordinflón y con una espesa barba y depositaba unos regalos dentro de ellos. Como en ese lugar los niños aun creían en los cuentos, al llegar el día señalado, y tal como habían escuchado, dejaron los calcetines colgados de la chimenea y se fueron a dormir deseosos de que la mañana llegara en un abrir y cerrar de ojos.Al día siguiente, el primero en despertarse avisó a los otros dos y los tres bajaron raudos y veloces por las escaleras hasta llegar al confortable salón donde se hallaba la chimenea. Los niños miraron emocionados esos calcetines abultados imaginándose ya jugando con los juguetes que en ellos encontrarían. Pero Nomo, el menor de los hermanos se llevó una desagradable sorpresa. Su calcetín, mucho más pequeño que el de sus hermanos mayores, tan solo albergaba un pequeño regalo en su interior.
El niño sintió una gran tristeza, pero como era muy listo pronto se le pasó ya que pensó que al año siguiente, colocaría un calcetín más grande y también se lo llenarían de regalos. Esto le alegro tanto que pudo salir a jugar con sus hermanos sin pensar que había sido el más perjudicado de los tres.A mediados de año, Nomo escuchó otro cuento. Este cuento no hablaba ni de regalos ni de hombres barrigudos bajando por chimeneas. Este cuento, hablaba de una cosa llamada egoísmo. Por supuesto el pequeño creyó el cuento, y al ser tan listo, pronto asoció esa palabra a lo que él iba a hacer, colocar un calcetín que no le pertenecía para obtener más regalos.
Así fue como, al llegar el día, colocó su calcetín pequeño al lado de los grandes calcetines de sus hermanos mayores y espero ansioso el regalo que esta vez recibiría, ya que, al no haber sido egoísta, estaba seguro de que sería de más utilidad que todos los que podría obtener si se dejaba guiar por la avaricia.
Pero lo escondido en el diminuto paquete no fue nada del otro mundo, era normal y corriente, como él que había recibido el año anterior. Y el pequeño Nomo dejo de creer en los cuentos, bueno al menos en uno, el que decía que para ser bueno no se debía ser egoísta. Por supuesto siguió creyendo en el cuento de los calcetines, ya que como egoísta que era, le convenía. Así que lanzó su calcetín lo mas lejos que pudo y espero ansioso que pasara otro año.
Al llegar la víspera del día señalado, cogió prestado un calcetín de uno de sus hermanos, lo coloco al lado de los de ellos y se restregó las manos con una sonrisa maliciosa dibujada en el rostro. Se imaginaba abriendo una gran cantidad de paquetes y despertando envidia en sus amigos, pequeños como él, que al no ser tan listos seguro que no habían tenido una idea tan buena como la suya. Se fue a dormir junto con sus hermanos y pronto los tres cayeron bajo un sueño de lo más agradable. Cuando despertaron, como de costumbre, bajaron las escaleras atropellándose los unos a los otros hasta que se situaron frente a los abultados calcetines. El pequeño Nomo se acercó al suyo y comprobó que había un gran paquete dentro. “¿Solo uno?”, penso, “Seguramente es más valioso que todos los de mis hermanos juntos”. Arrancó rápidamente el papel que lo envolvía, abrió la caja que se ocultaba bajo el papel y cual fue su sorpresa al descubrir que dentro se encontraba el mismo calcetín que hacia un año había arrojado por la ventana. En la nota que acompañaba su regalo estaba escrito lo siguiente: “Encontrar algo que se ha perdido, es el mejor regalo que se puede recibir”.Nomo ignoraba si el hacedor de regalos sabía que realmente no había perdido el calcetín, pero no le importo, a partir de ese día volvió a creer en los todos los cuentos, incluso en los que hablaban de mentiras, odio, ingratitud y muchas otras palabras que fue escuchado a lo largo de su vida.
Desconozco el autor
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