miércoles, octubre 19, 2011

Fin de una pesadilla; Guilad en casa



Luego de largos años de incertidumbre, de negociaciones fallidas, de tímidos intentos de liberación que nunca dieron resultado, Guilad Shalit, el personaje involuntario de esta historia ha recuperado su libertad. Cuando muchísima gente y también las autoridades están contentos por el regreso como un logro que los satisface por diferentes motivos, debo decir que sólo estoy feliz de que él pueda a partir de ahora retomar su vida y rehacer junto a su familia el tiempo perdido, aunque ya no será una persona más de esta sociedad. Será acosado por políticos y periodistas en todo momento. Su vida no será nunca más la de antes. Difícilmente pueda quitarse de encima la mochila de su historia, dejar de ser el héroe en que lo han convertido los acontecimientos. De todas formas recuperar la libertad es algo indescriptible, algo que él tendrá que valorar en su intimidad, que deberá cuidar con la ayuda de sus padres para no vivir continuamente expuesto a los vaivenes del mercado de las noticias. Estoy contento por él, un final feliz para un acontecimiento desgraciado. Pero estoy preocupado, aun sin considerar lo que pueden hacer esos presos liberados que ya han conocido el sabor de haber matado israelíes. En definitiva, los fanáticos tienen muchos miles esperando ocupar su lugar y son iguales las precauciones que debemos tomar con ellos en libertad o en la cárcel. El problema es el mensaje que recibirán mentes que están enfermas de odio.

Un triunfo para los extremistas.

Este intercambio liberando cantidad de presos que han cometido delitos y asesinatos tendrá costos adicionales. Los extremistas han triunfado. Secuestrar soldados es un buen negocio, es algo que da rédito. Han demostrado al mundo que saben secuestrar y sobre todo que saben guardar bien a los secuestrados para que no puedan ser ubicados ni liberados por la fuerza. Han puesto de rodillas a quienes en vez de liberar al soldado por la fuerza, tuvieron que negociar con los delincuentes como si ellos fueran una institución legal y oficial.
El futuro se muestra sombrío. Otros soldados seguirán el camino de Shalit Guilad, quizás otros civiles. Que nadie piense que aquí se ha terminado todo. Hamás no va a cambiar, los grupos extremistas islámicos no van a cambiar. Si lo hacen será para peor, aun peor que como son actualmente.

Un gobierno que busca logros para afirmarse.

Netaniahu ha leído la realidad. Muchos gobiernos de países vecinos vieron como la situación se le fue de las manos luego de manifestaciones multitudinarias. Hasta en España, Rodríguez Zapatero tuvo que adelantar las elecciones ante los reclamos de su pueblo. Por ello ha resuelto cambios de rumbo en los temas económicos siguiendo las no muy profundas recomendaciones de asesores designados a evaluar la situación.
Si bien los efectos serán mínimos, la rectificación muestra que el primer ministro se ha convencido de que no seguirá en su cargo sin modificar algunas cosas básicas que la gente ya no está dispuesta a soportar pasivamente. En el tema que nos ocupa él siempre se ha negado al intercambio de nuestro soldado por prisioneros, algunos de ellos con sangre en las manos. Hoy ha tenido que dar un giro de 180 grados en su posición y además convencer a otros de que lo acompañen. A corto plazo estas medidas le traerán rédito político. Veremos cómo actúan las mismas decisiones a mediano y largo plazo, sobre todo cuando los terroristas vuelvan a sus andadas y se lleven otra vez ciudadanos israelíes para capitalizar su activo y volver a negociar nuevas demandas.
Los terroristas más “pesados” seguirán presos “por ahora”. Marwan Barghuti, Abdullah Barghuti, Ahmed Saadat y otros cabecillas terroristas no serán liberados “por ahora”. Hamás ya sabe cuál es el camino para recuperarlos y nadie puede creer que no lo van a intentar pronto. Habrá que estar con los ojos bien abiertos aunque la permeabilidad de nuestras fronteras hace pensar que estas operaciones volverán a ser posibles.
Por más cuidado que se tenga no se puede prever todos los escenarios y en algún momento capturarán uno o más soldados en alguna situación que les permita repetir la historia.
Parece raro que los palestinos hayan decidido al fin aceptar que estos nombres no figuren entre los liberados. Sin embargo en política hay que hacer lecturas entre líneas. M. Barghuti, en caso de obtener su libertad sería un firme candidato de hacerse con el Gobierno. Sus acciones terroristas y su época en la cárcel (donde además increíblemente se le permitió lanzar proclamas y mensajes) aumentó su prestigio entre una población que en su mayoría sigue festejando la muerte de israelíes y judíos.
Por lo tanto, los lideres de Hamás y de la Autoridad Palestina no creen que la víspera de posibles elecciones sea un buen momento para insistir en su libertad, algo que si harán en un futuro cuando se sepa a ciencia cierta quienes gobernarán en esos territorios, con o sin Estado palestino, ya sea unidos o separados.

Entre la euforia y la decepción.

La política marca el rumbo de los acontecimientos, mucho más que los aspectos humanitarios. Nadie puede creer que de golpe a Netaniahu y a los dirigentes del Hamás se les ablandó el corazón ante los reclamos de la familia Shalit. A pocos días del anuncio sobre el acuerdo bastaba ver los comentarios para saber cuál era el termómetro con el que la población lo ha recibido.
Algunos hubiesen aceptado cualquier fórmula porque entienden que liberar a nuestro soldado vale lo que fuera. Un porcentaje muy grande está feliz pero preocupado por lo que vendrá.
Otros pocos, pero no tan pocos como el porcentaje que representan los tres votos en contra del acuerdo en la última reunión de ministros están absolutamente en contra de entregar terroristas con sangre en las manos.
El pueblo israelí se debate entre la euforia de volver a tener entre nosotros a Guilad, y la tristeza sumada a la gran preocupación por los eventos que se avecinan. En todo caso convengamos que esto no es ninguna victoria.
Hubiera sido un triunfo traer a nuestro soldado con una brillante operación militar que no premie a los terroristas, delincuentes y secuestradores. Pueden pintarlo con los colores que quieran, pueden inventar titulares en los diarios o reservar la información futura sobre el tema para filtrarla y luego pasarla a los medios.
Con ninguna de esas formas podrán disimular lo que representa este doloroso canje. Creo que Netaniahu no tenía opciones como para elegir una de ellas; era esta o ninguna otra. Sólo es de esperar que no intente hacer de esto una campaña política. Si lo hace estará muy equivocado. La gente no es tonta. Vale como positivo que se ha cumplido con el deseo de todos de tener a Shalit junto a su familia. La forma en que tuvo que hacerlo no colocará a Netaniahu como héroe en la historia del país.

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